martes, 3 de julio de 2012

Rajoy, ¿4 a 0 en el Consejo europeo?

Como bien apunta Yanis Varoufakis en su certero balance crítico de la cumbre europea del pasado 28 de junio, el Consejo europeo ha adoptado una serie de decisiones políticas, cuya puesta en práctica está aún por ver y que, en su elemento esencial –la capacidad de supervisión del BCE sobre el sistema financiero europeo—, no será efectiva antes de 2013. Sin esa nueva transferencia de soberanía de los estados miembros al BCE, que exigirá cambios constitucionales en parte de los estados miembros, y por lo tanto, la posibilidad de verse obligados a ejercer el derecho de veto contra la posición de sus propios gobiernos, no se podrá recurrir a la financiación directa de la banca por el MEDE. Un MEDE, todo sea dicho, que aún está por organizar técnicamente: todavía no cuenta con capacidad ni para hacer las gestiones informáticas y técnicas necesarias para comprar bonos de deuda soberana, ni para transferir préstamos a unos bancos al borde del colapso, desangrados por una creciente fuga masiva de depósitos.

El Consejo ha buscado enviar in extremis a los mercados el mensaje político de la irreversibilidad del euro. Pero los mercados no viven de mensajes políticos, sino de expectativas de retorno con beneficio de sus inversiones. Por el momento, lo único que hay para contentarlos en seis largos meses es la posibilidad de que el BCE vuelva a comprar en situaciones de emergencia bonos en el mercado secundario y que el MEDE lo haga en los mercados primarios cuando esté en disposición de hacerlo, sin el estatus de acreedor preferente, previa solicitud del estado miembro y el compromiso de cumplir las condiciones de la comisión europea.

Rajoy acudió a Bruselas arropado por una “unidad nacional” propugnada por Rubalcaba y Durán i Lleida. Ese abrigo, empero, le dejaba desnudo en caso de no conseguir el apoyo del BCE para la compra de bonos, después de semanas de bordear la tasa de interés de la deuda soberana española el 7%. Su fracaso no solo hubiera acelerado el hundimiento de la bolsa por debajo de los 6.000 puntos y la fuga masiva de depósitos, sino que el único mensaje político que quedaba por enviar a los mercados era la formación de un gobierno de salvación nacional.

Su apoyo a Monti, y el apoyo de Hollande a Monti y a Rajoy, ha dado una segunda oportunidad al gobierno español, que depende –dada la mayoría absoluta del PP— de los ritmos de intervención en el mercado secundario del BCE en los próximos meses. A Rubalcaba le permite seguir en su “oposición responsable”, mirando de reojo a Hollande, mientras un sector del PSOE y de UGT miran con el rabillo del ojo al fantasma del PASOK o al fantasma de Syriza. 

Porque ésta no ha sido una renegociación de las condiciones del Pacto Fiscal. El Pacto por el Crecimiento adoptado suma tan solo 10.000 millones de euros a unos fondos que estaban ya a disposición de la Comisión europea para sus proyectos pan-europeos; un mero endulcorante de su tarea prioritaria como guardiana del Pacto Fiscal. 

También aquí estamos en terreno abonado a los mensajes políticos. Porque si el plan de rescate del sector bancario español negociado con el Eurogrupo ya era confuso, ahora simplemente ha quedado en suspenso hasta que el MEDE pueda recapitalizarlo directamente en 2013. Mientras tanto, Bankia (con un pasivo de más de 13.000 millones de euros y a la espera de los 40.000 pedidos por Goirigolzarri), NovacaixaGalicia, CatalunyaCaixa y Unnim, que según los llamados evaluadores independientes, requieren el 75% de las necesidades de recapitalización del sector (65.000 millones de euros) y que son bancos intervenidos por el estado, se quedan en el limbo. El Comisario Almunia no ha desaprovechado ocasión estas semanas para condenarlos a la liquidación, con la excepción de Bankia (por su “papel estratégico”); pero no cabe duda de que dentro de seis meses carecerán de activos no tóxicos y de depósitos.

El horizonte marcado por el Consejo y presentado como un gran triunfo por Rajoy –con el entusiasta apoyo del Financial Times— es que el 10% del PIB que iba a costar en términos de deuda pública la recapitalización de la banca ahora irá directamente al balance de unos bancos que son públicos. Como es inimaginable que el MEDE acepte convertirse en un depósito de activos tóxicos sin más, apalancado en los presupuestos de los estados miembros (que tienen que votar sus parlamentos, incluidos los de los estados miembros acreedores), o que el estado español se resigne a absorber en el déficit presupuestario una banca pública tóxica mientras el MEDE privatiza los activos sanos, lo que se acabará imponiendo con toda probabilidad es la liquidación, a expensas de una decisión política sobre Bankia.

Después de cuatro decretos de reforma financiera, el Gobierno Rajoy ha cedido la responsabilidad de su orientación al MEDE, institución cuyo funcionamiento está aún por conocer. El Gobierno que priorizó ser el “gobierno de Bankia” antes que el “Gobierno de la banca”, según tuvimos ocasión de argüir en un artículo anterior, ha acabado por ceder su soberanía supervisora en nombre de una futura unión bancaria, en cuya constitución difícilmente tendrá voz y voto. Dado el papel central de la oligarquía financiera en la constitución de las clases rectoras y del capitalismo españoles desde el siglo XIX, se trata de un cambio sustancial, cuyas consecuencias plenas tardarán en manifestarse, más allá del fracaso instrumental del PP en la representación política fiduciaria de sus intereses.

¿Evitará la recapitalización directa de la banca por el MEDE un segundo rescate del Tesoro público? Difícilmente, por el apalancamiento actual entre deuda privada y deuda pública a través de la intervención pública del sector de la banca sin acceso a la financiación privada de los mercados. Nada de lo acordado en el Consejo cambia la situación acumulada, por mucho que evite que su peligrosidad siga creciendo. La tasa de interés de la deuda al 7% bajará, pero lo justo para no aflojar la presión en la aplicación del Pacto Fiscal, con la intervención primero del BCE y después del MEDE, si los resultados del Consejo no son cortocircuitados. Pero el déficit público no descenderá al 5%, en el mejor de los casos, en medio de una caída del PIB del -1,7% en 2012, a menos que las autonomías devuelvan a final de año 20.000 millones de euros. Como parece altamente improbable que ello ocurra, la presión a corto sobre la deuda soberana española seguirá con todo vigor, obligando al Gobierno a solicitar, como han previsto las Conclusiones del Consejo, la intervención del MEDE en el mercado primario, que será la forma que adopte el segundo rescate.

Respecto del “espíritu de unidad nacional” construido con Rubalcaba y Durán i Lleida, nos sigue pareciendo más que probable que el “espíritu” se transubstancie en “carne”: en un gobierno de “unidad nacional” afanado en el logro de la máxima legitimidad posible, como expresión política de unas clases rectoras en proceso de recomposición y resueltas a dar la vuelta de tuerca definitiva del Pacto Fiscal y sus consiguientes políticas de ajuste socialmente desvertebrador.  

Mientras tanto, hoy, los mineros en marcha hacia Madrid, los desahuciados y timados en las preferentes por la banca, los despedidos en EREs, los jubilados obligados al copago sanitario, y a la espera todos de la subida del IVA y de despidos masivos de contratados en el sector público, celebramos el 4 a 0 de la selección del Reino de España contra Italia junto a quienes han vuelto satisfechos de su “éxito” en Bruselas. Más vale que los que menos tienen comiencen a pensar en serio en qué les beneficia esta pretendida “unidad nacional”. 

Antoni Domènech es el Editor general de SinPermiso. Gustavo Búster y Daniel Raventós son miembros del Comité de Redacción de SinPermiso.
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